Dominación en la economía neoliberal

Diogène (1873), Jules Bastien-Lepage

Un incendio que cobró la vida de al menos tres personas, dos de las cuales habían sido encerradas en un almacén en condiciones de esclavitud, es una imagen de todo el espanto que puede producir la modernización sistémica. Se ha señalado que se tratan de problemas institucionales en los que falla la fiscalización, o problemas en los que condiciones laborales inflexibles coadyuvan la proliferación de trabajo informal y precario. Lo cierto es que, así como Jorge Luis y Jovi, cientos de jóvenes y niños son esclavizados y vilipendiados día tras día a condición del progreso económico.

¿Qué significa ser pobre hoy en día? El discurso neoliberal que impulsa a continuar en la lid de la competencia hace que olvidemos que la pobreza no siempre fue una condición adversa a la realización humana. Si pensamos en el tipo de sabiduría de Diógenes, el cínico, o el compromiso de los religiosos mendicantes podemos entender la pobreza como una elección que nos acercaba a una forma de comprender el mundo. Naturalmente la riqueza era una forma de asegurar el bienestar y la felicidad, pero la pobreza elegida, y no aquella en que simplemente se devenía, también ofrecían un modo de ser plenamente. Pero ser pobre hoy en día no es sólo una forma de no realización, no sólo se trata de carecer de los bienes que constituyen el bienestar básico y cuya consecución asegura el confort; ser pobre hoy en día significa ser víctima de violencia. Creo que este es un sentido en el que nuestros continuos enfoques sobre la desigualdad no han puesto suficiente énfasis. Ser pobre significa que no se es parte de la comunidad, o, mejor dicho, que se ha fallado en el intento de ser parte de ella. Quisiera desarrollar esta idea con más precisión.

Durante cierto tiempo el discurso neoliberal ha hecho hincapié en una forma de vida cuyo núcleo es el denominado emprendedurismo. Ser alguien con la suficiente energía y entrega, inventiva y flexibilidad para adaptarse a las circunstancias es visto en la comunidad neoliberal como una característica de dignidad. Esta forma de vida en la cual se es digno de reconocimiento obtiene toda su justificación de nuestro éxito en la movilidad social. Si se ha podido escalar y tener ciertos recursos —llegando a la ostentación de los mismos— entonces seremos pares incluso si no tenemos mayor relación con los otros que el éxito económico. Esta forma de comprender nuestras relaciones comunitarias tiene un aspecto que puede ser visto como positivo. Es cierto que se han dejado de lado otros lazos identitarios que impedían el desplazamiento social como los de la familia o ciertas élites; sin embargo, existe un elemento que subyace a este nuevo tipo de identidad del emprendedor y es el que me gustaría desarrollar ahora.

Ser emprendedor, en este sentido particular, es en el fondo ser un agente, es decir, haber escapado de la naturaleza y haberse convertido en una persona. Quisiera disculparme por tan oscura sentencia, pero considero que se trata de un asunto que dicho de otro modo perdería toda su fuerza. Tampoco utilizo persona, en este contexto, con connotaciones fenomenológicas; a lo que apunto es a describir un sentido particular en el que somos recognocibles frente a los demás y no un modo en el que somos sujetos de experiencia. Sin embargo, es cierto que el discurso neoliberal ha logrado captar un impulso moderno, pero lo ha trastocado en sus extremos. Charles Taylor ha descrito con claridad cómo es que el impulso de la modernidad pasa por una transición desde el punto de vista del objeto al punto de vista del sujeto. Esto significa que no nos definimos más por referencia a la naturaleza, sino que somos nosotros quienes definimos la naturaleza. Esto es cierto desde Descartes hasta Kant, por lo menos. Si entendemos el continuo en la historia de las ideas políticas podemos rastrear este mismo elemento en las formas políticas que continuaron en el s. XIX, y en el pensamiento religioso también.

A primera vista parecería que son nuestros recursos aquello que nos define, no obstante, eso deja fuera de la ecuación el énfasis en la agencia. El neoliberalismo articula la idea de competencia para las formas de tecnología social, esto es, en la formación de la concepción del emprendedor. No se trata entonces de que los emprendedores estén insertos relaciones mercantiles al viejo estilo, porque en estas existe una pluralidad de sujetos: ofertantes y demandantes, empresarios y trabajadores, etc. se trata en su lugar del empresario como la llave de la dinámica económica. En el mismo movimiento que en el pensamiento de la modernidad, el neoliberalismo ha efectuado un giro político también: lo que define al empresario es haber salido de la pasividad de ser estructura a ser agente, y en ello se funda toda su dignidad. Qué puede significar pasar a la agencia. Significa que se ha hecho uno cargo de sí mismo, que se ha obtenido un poder y se ha obtenido autonomía. Por ello el elemento económico pasa a ser más definitorio que el rol político (en el viejo sentido) porque se ha ganado un poder real, digamos, un poder contante y sonante. Pero a diferencia del giro ilustrado, este movimiento no es democrático. La libertad ganada no nos iguala a todos porque es un elemento de autogestión, se debe pasar de una naturaleza a otra para ser digno de ser reconocido en la comunidad neoliberal.

Retomaré mi pregunta inicial: ¿qué significa ser pobre hoy en día? Significa que no se es considerado una persona y por ello se sufre toda la indiferencia que se puede tener con un objeto de la naturaleza y esa es la condición de la violencia extrema, es la condición del mal radical que exploró también Hannah Arendt, una condición de desubjetivización producida en las formas extremas de totalitarismo. Hagamos los matices, el totalitarismo era severamente más restrictivo en sus pretensiones de eticidad que el neoliberalismo, y es cierto que éste último articula nuevos espacios de subjetividad también, sin embargo, creo que estos espacios más bien pertenecen a la propia esfera del mercado. Por ejemplo, la propiedad era entendida como un elemento indispensable para el ejercicio de los derechos políticos tanto en Roma como en la Francia post-revolucionaria. Así el mercado o las relaciones económicas no son en sí mismas definitorias de este proceso, creo que se trata más bien de la forma particular que ha tomado la concepción neoliberal de la vida humana y que ha impuesto su perspectiva a los diversos procesos políticos y sociales.

Un punto adicional de la tesis que expongo aquí es que esta comprensión del problema permitiría evitar pensar en el neoliberalismo como un movimiento básicamente económico se trata de un asunto político en tanto se ocupa del autogobierno; creo que Foucault está cerca de esta conceptualización. El otro aspecto a destacar es que se trata de una inversión de la manida crítica acerca de cómo el neoliberalismo ha empobrecido a las clases trabajadoras; lejos de haberlas empobrecido lo que el neoliberalismo cree es que estas sufren la suerte de no haber comprendido el espíritu del tiempo, de no estar a la altura de las circunstancias y sufrir por tanto el peso de la historia. Se diría que hay incluso un aire emancipatorio, pseudo-liberal, en la proclama neoliberal, pero he ahí la mayor sutileza del proceso; dominación y autonomía parecen reproducirse en un clima de ansiedades.

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